Fue un día largo, muy largo. Llovía, llovía mucho y me dolían hasta las pestañas, maldije todo lo que me rodeaba, me encontraba fatal y hasta pensé !por qué me habré metido en un berenjenal así!....
Han pasado dieciséis años, dieciséis años que han caído veloces como un rayo y aquí estamos las dos, aprendiendo, tú a enfrentarte al mundo y yo asimilando que ya he de soltarte las riendas, que no es fácil por cierto. La cosa no va mal…. De ti me gustan muchas, muchas cosas, las que no, tampoco es cuestión de airearlas, nuestros trapos sucios los dejamos para nosotras. Me siento orgullosa de todo lo que has conseguido, se me cae la baba al escucharte hablar en “tu perfecto inglés” o cuando nos sacas de un apuro, bueno matizo, cuando me sacas de un apuro, en nuestras vacaciones francesas en las que ejerces de intérprete oficial de la familia. Me emociona tu indignación ante las injusticias y el cómo sabes defender tus ideas con serenidad y firmeza. Me gusta cuando me necesitas, cuando me pides que te acompañe o consultas mi opinión. Me encanta escucharte tocar la guitarra y cantando con tu voz tan especial, adoro ese hilo musical que sale de ti y que a veces se repite una y otra vez, bueno una y mil veces. Me gusta tanto verte crecer, estar a tu lado mientras descubres la vida, descubrimos la vida. Olvido, me gustas mucho y te quiero más. Se me pone un nudo en el pecho, dieciséis años… ya han pasado dieciséis primaveras desde que me sentí pletórica, triunfal de felicidad, emocionada como una heroína … Te deseo todo, no puede ser de otra manera, Ahora un poema de Cérnuda, que me encanta, aunque tú me gustas más Donde habite el olvido Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista. En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mi pecho su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento. Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, Sometiendo a otra vida su vida, Sin más horizonte que otros ojos frente a frente. Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño. Allá, allá lejos; Donde habite el olvido. Luis Cernuda
1 Comentario
Sol
11/25/2016 02:33:20 am
Llorando estoy. Precioso
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AutorMadre de familia numerosa, periodista con muchas inquietudes que han servido para enredar aquí y allá. Tanto enredé que me quedé atrapada entre las flores. Archivos
Marzo 2018
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