Quiero que sigas trepando en los árboles, quiero que sigas inventando juegos, que sigas riéndote desde la tripa. Quiero que sigas pidiendo a los Reyes cosas disparatadas, una nave espacial, un elefante…. O un viaje a Uganda para ayudar a esos niños que te quitan el sueño. Quiero que sigas viviendo y creciendo con esa bondad tan absoluta, esa generosidad y ese don que tienes Candela, ese don que nos atrapa a todos y que hace que caigamos rendidos a tus encantos. Juan dice que eres extraterrestre pero yo creo que eres como tierra fértil que produce y produce frutos maravillosos. Quiero seguir callejeando contigo por Madrid, charlando de nuestros proyectos, fabulando, imaginando… Quiero que sigas correteando por Los Molinos con tu carro lleno de flores y libros… enredando con tus amigas y con tu hermano, inventando planes desorbitados qué no sé cómo consigues realizar. Quiero oírte cantar, quiero oírte protestar y actuar contra las injusticias, quiero que sigas siendo tan solidaria, tan sensible, tan peculiar, tan distinta Quiero que sigas creciendo así, libre, distinta, maravillosa… ¡Muchas felicidades Candela! Ahora un poema, triste pero precioso, como tú. NANAS DE LA CEBOLLA La cebolla es escarcha cerrada y pobre: escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla: hielo negro y escarcha grande y redonda. En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar, cebolla y hambre. Una mujer morena, resuelta en luna, se derrama hilo a hilo sobre la cuna. Ríete, niño, que te tragas la luna cuando es preciso. Alondra de mi casa, ríete mucho. Es tu risa en los ojos la luz del mundo. Ríete tanto que en el alma al oírte, bata el espacio. Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea. Es tu risa la espada más victoriosa. Vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol. Porvenir de mis huesos y de mi amor. La carne aleteante, súbito el párpado, el vivir como nunca coloreado. ¡Cuánto jilguero se remonta, aletea, desde tu cuerpo! Desperté de ser niño. Nunca despiertes. Triste llevo la boca. Ríete siempre. Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma por pluma. Ser de vuelo tan alto, tan extendido, que tu carne parece cielo cernido. ¡Si yo pudiera remontarme al origen de tu carrera! Al octavo mes ríes con cinco azahares. Con cinco diminutas ferocidades. Con cinco dientes como cinco jazmines adolescentes. Frontera de los besos serán mañana, cuando en la dentadura sientas un arma. Sientas un fuego correr dientes abajo buscando el centro. Vuela niño en la doble luna del pecho. Él, triste de cebolla. Tú, satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo que ocurre. Miguel Hernández
4 Comentarios
Sandra Perugini
1/18/2017 01:12:30 am
Preciosas palabras, como la cara de tu hija, parece un hada, yo digo que las fotos nos retratan el alma, tu hija es un ser mágico y mara villoso, es un placer conocerla.
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Olvido
1/19/2017 03:28:47 am
Muchas gracias Sandra, Candela es una bendita. Mil besos para ti y los enanos. Que te vaya de lujo
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Sofía
1/19/2017 03:26:23 am
Muy bonito. Me regalaron unas flores tuyas y por eso encontré tu web. Me encantaron.
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Olvido
1/19/2017 03:30:52 am
Sofía, me alegro mucho de que te gustaran las flores. Gracias por tu comentario y por seguirme.
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AutorMadre de familia numerosa, periodista con muchas inquietudes que han servido para enredar aquí y allá. Tanto enredé que me quedé atrapada entre las flores. Archivos
Marzo 2018
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